Las críticas y las rutas negadas al Dakar


En estos días, se ha escuchado mucho acerca del Dakar, a favor y en contra. Las voces a favor vienen de parte del Gobierno y sus seguidores que replican, cual eslogan de la empresa organizadora (ASO), los beneficios de la presencia del rally en Bolivia, y, con ello, justifican la cuantiosa erogación de recursos que supone: “Es una ventana al mundo”, “nos pone en el mapa mundial”, “atrae turistas”, “une a los bolivianos” y, la más patética, “ha empezado a inflar el orgullo nacional”.

Estos argumentos (ya lo han dicho otros) no encajan con el discurso gubernamental fundamentalmente antiimperialista, descolonizador, defensor de la madre tierra, pues justamente se le ha criticado al rally, desde su creación, el hecho de ser un evento colonizador, depredador y deshumanizante.

El Dakar surgió en 1978; en 1979 partió por primera vez de París para llegar a Dakar, capital de Senegal. En siguientes versiones, por problemas con las autoridades de la capital francesa, tuvo que partir de otras ciudades europeas.

La idea primigenia de una competición de aventura se fue diluyendo a medida que las empresas automotrices y las transnacionales petroleras se fueron apropiando de la misma, convirtiéndola en un escaparate de sus inversiones. Y así lo entendió la población.

Sin embargo, no es la mercantilización de este denominado deporte la que ha generado más rechazo, sino el daño que supone a la ecología y, sobre todo, las muertes que ha provocado, muchas de ellas —denuncian—no contabilizadas por tratarse de ciudadanos africanos, especialmente niños, atropellados y abandonados en las rutas de la mortal carrera.

A consecuencia de ello, en el 2006 se creó el colectivo Actions pour les Victimes Anonymes du Dakar (CAVAD) en Marsella, para demandar, por un lado, la supresión del rally París-Dakar, y, por el otro, la compensación justa para las víctimas anónimas que morían producto de atropellamientos; este colectivo sigue vigente pese a que el rally ya no recorre suelos africanos. En el pedido que promovieron el 2007, decían:

“Rechazamos:
De ser, por nuestro silencio vergonzoso, los cómplices criminales de un rodeo publicitario sobre el continente de la pobreza,
La utilización del África, golpeada por el SIDA, la escasez y el sobreendeudamiento, como patio de recreo.
Una provocación neocolonialista materializada por un despilfarro inmenso e inútil de dinero y de energía.
Pedimos a los gobiernos de los países atravesados negar su concurso al rally de París-Dakar.
Llamamos a todas las organizaciones democráticas y humanitarias a constituir un frente común para denunciar públicamente, y por todos los medios, este rally, que se asemeja a una cruzada de negreros, deshonrosa, de obscenidad”.

Por su parte, el diario oficial del Vaticano calificó al Dakar como "cruenta carrera de la irresponsabilidad" que "amplía de año en año su rastro de sangre”. Este diario ya había criticado al Dakar en 1988 por su "vulgar exhibicionismo de poder y salud en sitios donde la gente muere de hambre y sed". Se alineó de ese modo con el pedido de CAVAD, al que se adhirieron 24 organizaciones no gubernamentales.

En su sitio http://www.stop-rallyedakar.com/, que se actualiza constantemente, CAVAD criticó la incoherencia del Gobierno boliviano que permitió el ingreso de esta carrera a nuestro territorio el 2014:  “Laisser le rallye dakar 2014 rentrer en Bolivie serait en totale contradiction avec la déclaration universelle des Droits de la Terre Mère (1) qu' Evo MORALES a lui-même initiée....” (Dejar el rally Dakar 2014 ingresar a Bolivia estaría en total contradicción con la declaración universal de los Derechos de la madre tierra que Evo Morales mismo ha iniciado).

El 2008 no se llevó a cabo el rally en el África por razones de seguridad; supuestamente Al Qaeda tenía planes de realizar atentados terroristas. El Gobierno francés presionó para que se cancelara esa versión y sacó definitivamente a París de la ruta y, luego, del nombre. Sin embargo, aunque la empresa no quiera admitirlo, la carrera ya estaba en crisis, justamente porque crecía el rechazo de grupos activistas (como CAVAD) en Europa y en África, que denunciaban las muertes que caían en la más vergonzosa impunidad, al igual que los daños medioambientales.

Pero ese no fue el único motivo, la población africana se había hecho cada vez más indiferente al recorrido y, según afirman, hostil, porque, además, no sentían de manera directa los supuestos beneficios. Como afirmaban los mismos organizadores, la carrera era autosuficiente, de manera que los alimentos, agua y otros implementos necesarios los llevaban consigo, especialmente por evitar contaminaciones de esa tierra agreste conquistada por sus máquinas.

Lo que sí dejaban (y dejan) era la basura producida por su consumo y el de los seguidores, además de los restos de sus motorizados, como testimonio de su paso.

El 2008 buscaron otros horizontes; dicen que intentaron hacer la carrera en los Estados Unidos, Canadá y Australia, pero fracasaron porque, como bien afirma Giardinnelli, “esos países, cuando depredan, lo hacen hacia fuera: en sus territorios son rigurosamente conservacionistas” (Página 12: 17.1.10). Es así que buscaron no solo territorios similares en dificultad a los de África, sino países con normas medioambientales laxas para poder imponer las condiciones que facilitan el paso de la caravana.

El 2009 el rally Dakar ingresó a territorio latinoamericano; los organizadores y financiadores tuvieron que invertir en incentivos y pagos “extras” para que la cifra de pilotos inscritos no decreciera ostensiblemente.

Desde entonces, se ha denunciado a este rally por muertes, daños irreparables al medioambiente y al patrimonio cultural. Al respecto, la Unesco también se pronunció: "Hay que advertir al Comité de Patrimonio Mundial que eso puede tener impactos muy negativos para todo ese potencial maravilloso de los territorios arqueológicos intactos en Chile, Perú, Argentina y otros sitios", señaló el 2013 la jefa de Patrimonio Mundial para la región.

Bolivia, entre todos los países de Sudamérica, de lejos, es el más entusiasta y desesperado por ser ruta del Dakar. Las distintas afirmaciones del ministro Quintana y del mismo presidente  Morales son prueba de ello, pues el 2013, cuando se oficializó la incorporación de Bolivia, se refirió a las distintas gestiones que realizaron para lograr ser aceptados: “Estoy muy satisfecho por este logro que el Dakar va a pasar por Bolivia. Hicimos varias gestiones, hace un mes más o menos teníamos una información, pero mediante una reunión realizada en París logramos persuadir (a la ASO) de que Bolivia era capaz de llevar a cabo la carrera”, declaró. 

En el 2014 Perú fue excluido de la ruta, sin embargo, volvieron a contactarlo para el 2016. Perú rechazó su participación, debido a la presencia del fenómeno de El Niño en su territorio: "Esta decisión obedece a la necesaria priorización para atenuar los efectos sobre la población", precisaba un comunicado oficial.

Chile también decidió rechazar su participación. En esta decisión participó su Congreso: con 42 votos a favor de que no pase, 33 en contra y 17 abstenciones, los parlamentarios definieron que el trazado de la competencia no pase más por Chile. La causa principal fue el daño ambiental que provocó y provocaría la competencia al desierto, y por la destrucción de su patrimonio cultural sufrida en versiones anteriores.

Según el Consejo de Monumentos chileno, 52 sitios arqueológicos estaban visiblemente afectados en el 2010. En el 2011, la cifra se duplicó, pasando a 126 sitios arqueológicos severamente dañados. "Nosotros no estamos en contra de que se realicen los rallies, pero no puede ser que se planifiquen en zonas de interés, ecológico, histórico o paleontológico, sino que en zonas que den cuenta de camino, garantizando la protección del patrimonio arqueológico. Es inaceptable que el Gobierno a cambio de unas migajas estén dispuestos a ser cómplices en la destrucción de nuestro patrimonio", expresaba un parlamentario chileno.

Ecuador fue más contundente y coherente con su discurso gubernamental. Cuatro ministerios fueron los encargados de analizar la propuesta; el Ministerio de Turismo, de Ambiente, Deportes y Coordinación del Patrimonio recomendaron al Gobierno ecuatoriano que responda negativamente. Como principales argumentos, el informe que redactaron señala que el Dakar atenta contra la vida humana de los espectadores y de los residentes de las zonas aledañas a su paso, así como contra el medioambiente; que requiere una inversión económica demasiado alta (USD 9 millones) para favorecer a una empresa privada y que se trata de una disciplina que no goza de popularidad en el país.

Uruguay también rechazó la propuesta arguyendo limitaciones económicas, aunque abrió la posibilidad de su participación en un futuro.

¿Por qué Bolivia persiste? Después de haber escuchado las afirmaciones de nuestras autoridades, no queda duda de que la presencia del rally Dakar en Bolivia es una acción desesperada por mantener la popularidad del Presidente y por distraer a la población de los problemas que, para muchos, son ya insostenibles.

El turismo ya no es una buena excusa, pues este ha bajado de manera preocupante en el último año, y, en realidad, el evento solo ha promovido cierto movimiento interno, que no justifica semejante inversión. Además, si de turismo se tratara, bien podría utilizarse esos millones para construir la infraestructura adecuada que atraiga y sostenga el turismo por todo el año, y no solo tres días.

En contraste con nuestros vecinos de la región, lamentablemente las decisiones se toman al calor de las urgencias políticas y de los antojos de los mandatarios, pues, como ya vimos, los ministros no son capaces de expresar opiniones informadas, relativas a su cartera. No saben; solo obedecen y ejecutan. Son simples soldados, como bien se autodenominan.

Mientras tanto, y mientras la ciudadanía no asuma su papel en las decisiones que le afectan, el Dakar recorrerá nuestro territorio hasta que la ASO se canse. Al fin y al cabo, para nuestras autoridades, el rally Dakar nos proporciona el orgullo nacional del que carecemos. 

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