El discurso del Presidente: entre la repetición y la impostura
El primero de febrero, Evo Morales participó en el lanzamiento del Año Internacional de las lenguas, declarado por la ONU el 19 de diciembre de 2016 “a fin de llamar la atención sobre la grave pérdida de lenguas indígenas y la necesidad apremiante de conservarlas, revitalizarlas y promoverlas, y de adoptar nuevas medidas urgentes a nivel nacional e internacional”. Una vez más, Evo se colgó de una de las problemáticas de los pueblos indígenas para reparar su desportillada imagen internacional, ahora que se va tomando conciencia de su falta de autoridad moral para representarlos, no solo porque no es un hablante orgulloso de su lengua materna, ni porque no hizo lo necesario por preservar las lenguas, sino por haber impulsado e implementado políticas que las condenan a su desplazamiento e irremediable extinción.
El discurso de Evo Morales no aportó nada nuevo con respecto a la situación de las lenguas. Quiso impresionar con saludos en aimara y quechua, leídos con las mismas dificultades que el resto escrito en castellano, pero logró el efecto contrario. Fue un discurso pobre, salpicado de datos generales, ampliamente difundidos, y afirmaciones que se repiten desde el 2006, en sus discursos leídos en eventos internacionales. Eso sí, llama la atención la redacción descuidada de todo el documento; sus asesores le fallaron.
No obstante, el problema no es la forma, sino la falta de honestidad intelectual que revela: el emisor no es Evo el presidente que lleva 13 años en el poder; es un indígena más, incluso podría ser uno de los representantes del Tipnis o de Tariquia. Escondieron a Evo en el uso de “nosotros” para confundirlo con los indígenas que sufren y luchan en contra de las estructuras de poder coloniales, exculpando así a su Gobierno de toda responsabilidad, con un cinismo pocas veces visto en nuestra historia reciente. Evo fue a la ONU a actuar, a aparentar, a jugar el rol de indígena, que tanto ha evitado a lo largo de su vida, pero que tanto le ha redituado políticamente. Veamos algunos pasajes del discurso ya publicado en la página web del Ministerio de Relaciones Exteriores.
“Vivimos en regiones ricas y diversas en armonía con la Madre Tierra a pesar del asedio capitalista. Gozamos de la diversidad cultural; vivimos en medio de la biodiversidad, cuidamos y somos fieles guardianes de los inmensos recursos naturales de la Madre Tierra para las presentes y futuras generaciones”. Evo se incluye entre los fieles guardianes de los inmensos recursos naturales, imagen que, sin embargo, hace un tiempo ya desistió de ponderar en la palestra internacional. Chaparina, Tacovo Mora, Mallku Qhota y Caranavi (entre otros casos) la desdibujaron dentro y fuera de nuestras fronteras. La obstinación con la construcción de la carretera del “quieran o no quieran” por el corazón del Tipnis, el Dakar, las megahidroeléctricas, la apertura de las áreas protegidas a la explotación hidrocarburífera, además de la producción de bioetanol, develaron su impostura.
Y continúa. “Actualmente, no ha cesado esta lógica de la usurpación y seguimos enfrentando la expansión latifundista, la persecución étnica y la compra extorsiva de nuestras comunidades que persisten sin amparo judicial. Por el contrario, en medio del silenciamiento criminal de nuestros dirigentes, a los pueblos indígenas se nos habla de democracia y de derechos humanos”.
Cuando se refiere a la usurpación y expansión latifundista, ¿estaría pensando en los decretos firmados con su puño y letra con los que perdonó el ilegal desmonte y autorizó la expansión de la frontera agrícola para favorecer a los agroempresarios—la mayoría latifundistas que siguen explotando el trabajo de indígenas y campesinos—, a fin de sembrar más soya transgénica y ampliar su ganado?
Cuando menciona la persecución étnica y el silenciamiento criminal de los dirigentes, ¿se referiría a Félix Becerra, Fernando Vargas, Celso Padilla, Adolfo Chávez y Franklin Gutiérrez —por nombrar a algunos—, a quienes hizo encarcelar por haberse atrevido a enfrentarlo y a impedir la destrucción de sus territorios?
Cuando menciona la compra extorsiva de las comunidades, ¿estaría recordando la prebendalización de dirigentes con el Fondioc, los regalos y amenazas de Quintana en las comunidades del Tipnis para forzar la aceptación de la carretera?, ¿o estaría pensando en las divisiones impuestas a las organizaciones indígenas y campesinas, con ayuda de la fuerza pública, para eliminar las resistencias, silenciar las voces disidentes e imponer megaproyectos en sus territorios?
La imposición de megaobras y obras de cemento en las comunidades y territorios a pesar de la destrucción que suponen, la penetración forzada de productos de consumo capitalista en las comunidades vía “regalos”, la propuesta de reemplazar las viviendas indígenas por casuchas de ladrillos y calaminas, la construcción de coliseos y canchas con pasto sintético en comunidades sin agua ni otros servicios básicos, la presión para que los campesinos exijan la conversión de sus TCO en propiedades individuales son acciones que claramente vulneran los derechos indígenas. Dentro del país, Evo las presenta como parte del “proceso de cambio”, parte de una revolución; fuera, las cuestiona: “¿Pueden existir derechos o democracia cuando los pueblos indígenas viven aplastados por la tiranía del capital, por la fuerza bruta del patrón y el amparo cómplice del poder estatal? ¿Puede existir democracia cuando los pueblos indígenas carecen del derecho de pensar bajo una lógica comunitaria, de hablar su propio idioma sin temor a ser satanizado, de pensar diferente frente al modelo avasallador de la modernidad que idolatra el dinero?”. ¿Puede haber mayor contradicción?
Pese a la impostura que reviste cada una de sus palabras, Morales aún se atreve a liderar la resistencia indígena en estos escenarios, en los que se mezclan el desconocimiento de nuestra realidad, la adulación de funcionarios y la necesidad de creer que es posible combatir y eliminar la discriminación. Evo simboliza esa posibilidad; en Bolivia, ya no.
“Un nuevo paradigma recorre el mundo que nace de los pueblos indígenas, de su cosmovisión, de su filosofía, de su forma de vida; es el paradigma de la madre tierra. Por eso nuestra consigna debe ser: ¡Pachamama o muerte!”, afirma al cerrar su discurso. Desde el 2010 y la evidente renuncia al paradigma del “vivir bien”, sustituido por políticas extractivistas agresivas, la pachamama está herida de muerte, y se está llevando con ella las culturas y especialmente las lenguas indígenas que la recrean, la nombran y coexisten vitalmente con ella. ¿Estaremos a tiempo de revertir este proceso?
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