Vicepresidente, quiero vivir en ese país




Ya lo había escrito, su discurso de asunción como Vicepresidente me pareció esperanzador; la metáfora del “cóndor con dos alas”, la complementariedad de opuestos, cómo no podrían generar la ilusión de un Gobierno que construiría democracia, tolerancia, una verdadera plurinacionalidad. Pero no duró nada. Arce se encargó de definir una gestión de ajuste de cuentas, y Evo Morales dejó en claro que utilizaría, como siempre lo hizo, todo el aparato estatal para lavarse la cara, para borrar las evidencias del fraude que no pudo negar antes de renunciar, para reescribir la historia, no solo la reciente, la del 2019, sino la de sus 14 años de gobierno, y sobre todo para vengarse. Rápidamente, destruyeron sus metáforas, le quebraron un ala al cóndor. 

Desde ese día, cuán poco supimos de usted: uno que otro acto protocolar, una que otra presentación de libros, charlas y silencio en lo trascendental. Mientras pulía su retórica, Evo Morales avanzó, ocupando los espacios de Arce, pisoteando esas invitaciones a la unidad. Mientras se recluía en pequeños actos en la Vicepresidencia, Álvaro García Linera avanzó, ocupando su espacio, apareciendo en los medios, para explicar lo que supuestamente había sucedido y redactar el guion que su Gobierno debe ejecutar. Mientras aparece esporádicamente, con su retórica desgastada por los años, la repetición y su incongruencia con la realidad, su Gobierno lo excluye, lo ignora, lo anula.

En ese contexto, me pregunto: ¿cuál fue el objetivo de su discurso conciliador del 6 de agosto? Después de que lo aplaudieron como si lo hubieran escuchado, sus parlamentarios gritaron consignas de campaña, de guerra; después de haber dicho tanto, Arce vomitó odio, división, insultos y amenazas sobre esas palabras de paz, que aún resonaban en las RRSS.

Por ello, señor Vicepresidente, ayúdeme a comprenderlo. ¿Cómo se puede volver al camino del equilibrio, de la verdad, del respeto, de la complementariedad, del consenso, de la hermandad, de la paz, si su Gobierno ha convertido la amenaza, la descalificación, la persecución, la censura en su agenda central? ¿Cómo nos hermanamos para celebrar la justicia y la libertad con perseguidos judiciales sin debido proceso y presos políticos? 

¿Cómo se dignifica la política con matones (otrora autoridades) que se organizan para patear a mujeres, autoridades que insultan y amenazan en conferencias de prensa, y ministros denunciados por corrupción que siguen en funciones? ¿Cómo se dignifica la política si convierten a los opositores en enemigos, a los ciudadanos que se manifiestan, en criminales? ¿Cómo se dignifica la Justicia si se la subordina a intereses de su partido o, peor, de su presidente de partido, y se la utiliza para escarmentar, intimidar y sembrar impunidad?

¿Cómo se construyen los consensos cuando el objetivo es vencer y someter? ¿Cómo se inicia la formación de un nuevo ser humano, rebelde, íntegro y libre, si su partido castiga a los librepensantes, si no permite la crítica ni perdona el disenso?

¿Cómo se preserva la diversidad plurinacional, si se divide a las organizaciones indígenas y campesinas que no son sumisas, si se patrocinan las tomas de sus sedes, si se impulsa el avasallamiento de sus territorios, y se permite que envenenen sus tierras, sus ríos, sus cuerpos? 

¿Cómo se vive en armonía con la madre tierra, si se prioriza los negocios extractivistas, se impulsa la ampliación de la frontera agrícola para favorecer a los privilegiados de siempre, se da vía libre a las quemas para que consuman los bosques, que luego serán loteados y repartidos? ¿Cómo se sigue levantando la bandera de defensa de la pachamama, si estamos entre los 10 países más deforestadores del mundo?

Vicepresidente, la construcción de un Estado plurinacional, con la mejor educación, salud para todos, respeto a la madre tierra, donde todos tengan derecho a ser escuchados y puedan pensar en libertad, es esa agenda por la que muchos apostamos esperanzados el 2005, pero que, a partir del 2010, el Gobierno del que usted formó parte se encargó de destruir. Y usted no hizo nada.

Vicepresidente, mientras leía su poético discurso, ardían miles de hectáreas en Roboré, y seguirán ardiendo en tanto no abroguen las normas ecocidas que legó, no Añez, sino Evo Morales. Y ese es solo un ejemplo que ilustra cuán alejado está de su Gobierno, de los intereses de sus correligionarios, de la realidad. 

Vicepresidente, quiero vivir en el país que imagina en sus discursos, pero, lamentablemente, a usted y a mí nos ha tocado vivir en el país que construyó Evo Morales, que es el único que conoce y entiende Arce. Entonces, ¿qué nos queda esperar de usted, además de conmovedores discursos? 

10 de agosto de 2021, Cabildeo

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